EL MANANTIAL NO PREGUNTA EL CAMINO
Sentirse bien es sentirse lleno.
En ocasiones, cuando aparece un problema de salud, parece como si la energía que nutre nuestro organismo estuviera interrumpida de diferentes maneras. A nivel interno, físico, psicológico, o incluso, más allá de nuestras emociones.
Esto significa que para restablecer nuestro bienestar, debemos pensar cuidadosamente que elementos nos conectan con esa parte de nosotros de la que nace esa energía. Cuando lo conseguimos, de igual manera que un manantial no tiene que preguntar por el camino hacia el mar, nuestra energía se dirige allí donde es natural que vaya.
La sanación es un proceso natural si despejamos el camino.
POR DONDE EMPEZAMOS:
EL CENTRO SE DISTINGUE POR LA LEVEDAD
Imagínate un triangulo.
En cada una de sus tres esquinas podemos podemos colocar los tres aspectos de nuestro cuerpo: el estructural o anatómico, el bioquímico o celular, y el energético, emocional o mental.
Si mantenemos en equilibrio esas tres partes podríamos tomar ese disco y sostenerlo por el centro sin que se caiga. Ese centro, entonces, deja de ser una posición geométrica para convertirse en un espacio diferente, un vacío fértil en el que podemos sentirnos saludables, en calma y preparados para los retos de la vida.
Encontrar ese centro es el objetivo de nuestros tratamientos.
Lo estructural
Nuestro organismo es un mecanismo de alta precisión. En ocasiones necesita re-calibrarse, o re-adaptarse al constante entorno de cambios continuos que nos rodea. De la eficiencia de ese proceso depende en gran parte nuestro estado de salud. El dolor, o las alteraciones biomecánicas son la expresión más externa de los desequilibrios que pueden surgir en este proceso de adaptación. Actuando sobre nuestra parte estructural podemos conseguir favorecer el re-equilibrio del organismo y su vuelta a un mejor estado de salud. La osteopatía, la fisioterapia, la RPG... son tratamientos orientados a este fin.
Nuestra bioquímica
Un organismo eficaz es aquel que es capaz de dar una respuesta apropiada a los estímulos externos manteniendo una homeostasis interna correcta. Es evidente, que los retos a los que se enfrenta nuestro organismo a nivel bioquímico en nuestra sociedad son cada vez más constantes. El estrés, la mala alimentación, el descanso inapropiado, la contaminación, la falta de nutrientes, la presencia de tóxicos… Por suerte, también disponemos cada vez de mayores conocimientos y tratamientos para favorecer la enorme capacidad de regeneración de nuestras células. Podemos ayudar con una buena alimentación y podemos dar un gran salto adelante con tratamientos regenerativos como la ozonoterapia.
Nuestro mundo anímico
Anímico viene de ánima. Esa parte intangible y a la vez tan presente de nosotros. Nuestras emociones, nuestros anhelos, nuestros procesos mentales o espirituales, nuestros sueños… forman parte de las expresiones de la parte energética de nuestro organismo y son un reflejo de nuestro inconsciente individual, colectivo, o sistémico. Esta parte pugna por que todo en nuestra psique encuentre un lugar, que nada quede excluido. Pues es en esas exclusiones, nuestra sombra, donde descansa la raíz de la enfermedad.
El coaching o las terapias como la gestalt o las constelaciones nos ayudan a aportan claridad a estos lugares.
El vacío fertil
Y llegamos a ese punto. Habitar plenamente nuestras diferentes vertientes; nuestro cuerpo físico, el mar molecular que somos, y nuestro mundo emocional. Trascender sus desequilibrios. Abrir la puerta a la experiencia de plenitud en nuestras vidas.
Todos hemos sentido en algún momento ese estado en el que la experiencia vital se convierte en una sensación de calma, silencio y bienestar. Quizás después de un ejercicio físico intenso, o en brazos de un ser querido, a veces incluso, después de un estrés profundo o una pérdida cercana y dolorosa. Los japoneses llaman a esa experiencia Aware. ¿Que es lo que nos lleva a conetar con ella? ¿La impermanencia de la vida, o su incertidumbre?
El aliento intangible que nos impulsa a la vida nos transporta a comprender la polaridad opuesta; nuestra esencia imperecedera y la calma que acompaña habitar profundamente esa realidad.
